Me encontraba editando las fotos del último evento cuando recibí un mensaje de WhatsApp: alguien interesado en una sesión de fotos con su mascota. Dejo lo que estaba haciendo para concentrarme solo en responder. “¡Hola! 👋 ¿Qué tal? Te comparto la información sobre las sesiones de fotos con mascotas 📸🐶”.
Le explico todos los detalles: lo que incluyo, el costo, si prefieren en estudio o en exterior, y las diferentes locaciones disponibles. Si está decidido, hace el depósito para reservar la fecha que ha elegido en mi calendario.
Dos días antes de la sesión, le envío un recordatorio para confirmar que sigue en pie.
El día de la sesión, por ejemplo en el Parque Hundido, preparo mi mochila con todo el equipo. Llevo mi cámara principal y otra de repuesto, además de baterías extras y flashes. Aunque normalmente una cámara es suficiente, prefiero estar preparado por si algo falla. Nunca he tenido que usar el plan B, pero me da tranquilidad tenerlo listo.
Nos encontramos en el parque, saludo al cliente y le explico el plan: vamos a dar un paseo mientras voy tomando fotos en distintos puntos. Algunos lugares los improviso según lo que veo o lo que ellos sugieren, pero la mayoría ya los tengo pensados de antemano porque sé qué tipo de fotos puedo lograr allí.
Les voy guiando en algunas poses, siempre buscando la naturalidad. Si saco fotos de ellos con su perro, les digo que no se preocupen si el perrito no mira a la cámara, que solo se enfoquen en salir bien. Ahí es cuando hago todo lo posible para captar la atención del perrito: ruido con una pelotita, banderita, incluso ladrar o maullar. Al principio suelen reaccionar, pero luego toca esforzarse un poco más.
Algunos perritos lo ponen más fácil que otros: unos parecen nacidos para ser modelos y otros se la pasan ladrándome. Pero sea como sea, sé que conseguiré que todos tengan sus fotos bonitas. Al final del paseo, ya les habré sacado un montón de fotos en los diferentes lugares, tanto retratos del perrito solo como junto a sus dueños.
Perrito con su dueño en el Parque Hundido.
De regreso al estudio, todas las fotos pasan por Lightroom. Borro las que no salieron bien y edito las demás. Las entrego al cliente en digital y a máxima calidad.
Siempre me gusta pensar que no solo están contratando unas fotos bonitas con su mascota, sino también una experiencia divertida y amena. Muchos me lo dicen después de las sesiones.
