Sobre mis primeros estudios fotográficos

Sobre mi

estudios fotográficos

Mi primer estudio lo monté en un pequeño local que tenía mi familia sin ocupar, ubicado dentro de unas galerías en el centro de Bilbao. Lo preparé junto con un colega que también quería dedicarse a la fotografía. La ubicación era excelente, pero el espacio era bastante reducido. Pintamos todas las paredes de blanco porque originalmente eran de color amarillo, lo que afectaba tanto a la estética como a la calidad de las fotografías. Además, el blanco ayudaba a que el espacio se viera más grande y a que la luz rebotara mejor.

Como fondo para las fotos, colocamos unas persianas enrollables de PVC color blanco. Aunque no eran específicas para fotografía, resultaron prácticas porque no generaban reflejos. Eso sí, no eran lo suficientemente altas para hacer fotos de cuerpo entero, y solo cabían dos personas de ancho.

A pesar de los retos, este primer estudio fue clave para sentar las bases de mi estilo y técnica. Recuerdo con cariño la sensación de sacar fotos en ese primer espacio, aunque fueran solo retratos o planos medios. Las imágenes me gustaban, el feedback de los clientes era positivo, y eso me animó a seguir adelante.

 

estudios fotográficos

Fotografía tomada en el primer estudio.

 

Mis primeras sesiones allí fueron con personas que ya conocía, lo cual me dio seguridad. Sin embargo, cuando me contactaron unos padres que querían fotos de su hijo con su traje de comunión, me invadieron los nervios. Incluso les advertí que el local quizá no era el más preparado para sesiones con niños. Afortunadamente, aceptaron, y al final todo salió bien: las fotos les encantaron.

Eso sí, rápidamente me di cuenta de las limitaciones del local: el espacio reducido no me permitía realizar fotos de cuerpo entero o de familias completas, y, siendo sinceros, el lugar tenía un aire algo cutrecito. Además, después de unos meses, mi familia decidió alquilar el local y tuve que buscar otra solución.

Fue entonces cuando decidí alquilar un estudio profesional en Bilbao. Aunque solo lo rentaba por medio día y únicamente cuando tenía sesiones contratadas, fue una mejora notable. Este nuevo espacio tenía todo lo necesario: suficiente altura y espacio para sesiones familiares y de cuerpo entero, fondos de PVC específicos para fotografía en blanco y negro, e incluso la posibilidad de usar un flash externo del estudio junto con mi propio equipo. Eso sí, parte de lo que ganaba se iba en el alquiler, lo que me hizo pensar en la importancia de equilibrar costes y crecimiento profesional.

 

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Estudio que rentaba en Bilbao: Pool Servicios de Fotografía.

 

A medida que pasaba el tiempo, algunos clientes empezaron a ser recurrentes. Por ejemplo, les había hecho una sesión en exteriores y después volvían para una sesión en estudio. Eso me hizo sentir que iba por buen camino, que estaba construyendo algo sólido, y que mis clientes confiaban en mí.

Tras mudarme a México, preparé de nuevo mi propio estudio fotográfico, desde el cual he realizado más sesiones que nunca.

18 de junio de 2025

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