Creo que nunca he sentido ganas de rendirme. La cuestión es que la fotografía, antes de ser un trabajo o algo profesional, debería de ser un hobby, una afición, algo que debe apasionarte. Por eso, no puedes rendirte de algo que te gusta hacer. Ahora bien, si alguien entra en el mundo de la fotografía solo para hacer negocio, es probable que en algún momento se sienta tentado a rendirse, porque los comienzos nunca son fáciles. Pero como no es mi caso, no he sentido esa tentación.
Para mí, la fotografía es un aprendizaje constante. Cada día, en cada sesión, aprendo algo nuevo. Y eso es lo bonito: poder descubrir cosas nuevas para mejorar. Me parece un lujo y una gran motivación.
Además, la fotografía es subjetiva. Aunque se pueden controlar la técnica y las reglas de composición, creo que hay algo aún más importante: esa esencia que hace a cada fotógrafo único. Como ocurre con los colores, cada persona tiene sus gustos, y eso significa que habrá quienes conecten con nuestro estilo y quienes no. Lo importante es encontrar tu esencia y transmitirla a quienes también disfrutan con lo que tú plasmas.
La motivación también viene de los comentarios positivos de quienes me confían sus sesiones. Parece que les gustan las fotos que hago y la experiencia que viven, y eso es un gran aliciente para seguir adelante. Aunque a veces las inseguridades nos pueden hacer pasar malos ratos, hay clientes que incluso me han escrito después con reseñas que realmente hacen que todo el esfuerzo valga la pena.
Claro que me gusta aprender de otros fotógrafos, pero sin obsesionarme. Hay muchos fotógrafos en internet haciendo videos y explicando lo que “hay que hacer”, y aunque en ciertas cosas pueden aportar mucho, no debemos tomárnoslo como reglas que no se pueden romper. La fotografía es subjetiva, y lo técnico no siempre garantiza una buena imagen.
Cada sesión de fotos es una práctica nueva y un aprendizaje constante. Nunca dejamos de aprender. Por eso, nos tiene que gustar descubrir y probar cosas nuevas. A veces siento que los días son demasiado cortos, pero no me organizo estrictamente para aprender y luego trabajar; simplemente sigo trabajando mientras aprendo.
Por supuesto, me he equivocado unas cuantas veces a lo largo del camino, y cada error ha sido una lección valiosa. Es importante entender que el proceso nunca es lineal, y que esos tropiezos son parte del aprendizaje.
En resumen, no hay fórmulas mágicas ni caminos fáciles, pero cuando la fotografía es algo que realmente te apasiona, rendirte no es una opción. Se trata de disfrutar cada paso, aprender, mejorar y, sobre todo, seguir adelante con entusiasmo y dedicación.
