En fotografía, muchas veces hablamos de luz, composición o poses, pero hay un aspecto igual de importante y del que casi no se habla: los pequeños detalles antes de tomar la foto. Son elementos que, si pasan desapercibidos, pueden arruinar una imagen que por todo lo demás estaba perfecta.
Hace poco, por ejemplo, hice una foto en la que se alcanzaba a ver la etiqueta del vestido porque la tela era ligeramente transparente. Es un detalle que puedo quitar en edición sin problema, pero me recordó la importancia de detenerme antes de disparar y revisar todo con calma.
Detalles que solemos pasar por alto
Durante una sesión pueden aparecer pequeños errores que después requieren edición:
- Etiquetas o costuras visibles
- Ropa arrugada o mal acomodada
- Collares o accesorios torcidos
- Pelitos o pelusas en prendas oscuras
- Cabellos fuera de lugar
- Dedos o manos mal colocados
- Tirantes que se deslizan
¿Cuándo reviso? Más veces de las que parece
No hago una sola revisión al empezar la sesión: hago varias. Cada vez que cambiamos de pose, actitud o ropa, me detengo un momento a observar. No se trata de tardar más, sino de ser consciente de los cambios: si pasa de estar de pie a sentada, si se mueve, si abraza, si se inclina… cada nueva postura puede generar un detalle que hay que vigilar.
Cómo lo manejo con el cliente
Siempre procuro ser respetuoso. Nunca acomodo la ropa sin permiso. Prefiero avisar primero para que la persona pueda ajustarse sola. Y si realmente necesita ayuda, siempre pregunto antes de tocar.
La mayoría lo agradece porque entienden que esos cuidados hacen que la foto final quede mucho más pulida.
El reto más grande: acordarme
Técnicamente no es difícil ver una etiqueta o una arruga. Lo complicado, al menos para mí, es acordarme de revisar, porque a veces tengo el entusiasmo de empezar a disparar y se me puede olvidar hacer esa pausa de control.
Pero es justo en esa pausa donde está la diferencia entre una foto buena y una foto realmente profesional.
¿Por qué importa tanto revisar desde cámara?
Por varias razones:
- Profesionalismo: el cliente nota cuando prestas atención a todo.
- Mejor resultado final: la imagen sale limpia desde el inicio.
- Menos edición: especialmente al quitar pelitos o pelusas.
- Más consistencia: el estilo se mantiene desde la toma.
Antes de empezar a disparar, detente un momento. Respira. Mira al modelo de arriba a abajo y revisa: ropa, accesorios, cabello, manos y fondo. Son solo unos segundos, pero hacen una gran diferencia en el resultado final.
