Mi evolución de aficionado a fotógrafo profesional

Sobre mi

fotógrafo profesional

Mi primer acercamiento a la fotografía fue allá por 2007, cuando tenía 17 años y estaba a punto de comenzar la universidad en la EHU, donde estudié Periodismo. No recuerdo muy bien por qué quería una cámara réflex, pero lo cierto es que se lo comenté a mis padres y ellos no dudaron en apoyarme. Recuerdo perfectamente el día en que fuimos juntos a Samar, la típica tienda de fotografía de toda la vida en Bilbao, y tras hablar con el dependiente, me recomendaron la Olympus E-410 como una cámara ideal para iniciarme. Así fue como llegó a mis manos mi primera cámara réflex.

Con esa cámara empezó todo. Me encantaba llevarla a cada viaje o escapada. En esas primeras sesiones, que hacía de forma gratuita para amigos y conocidos, me di cuenta de cuánto disfrutaba fotografiar. Todavía conservo esas fotos de las primeras navidades, tomadas con esa cámara. A mí me gustaban y, para mi sorpresa, también a la gente a mi alrededor. Recuerdo incluso haber impreso algunas en tamaño A3 y colgado anónimamente en las paredes de la facultad. Solo por mostrar lo que hacía.
Mi motivación al principio era simple: me gustaba tomar fotos. Quizás, si me hubieran dicho que mis fotos no valían nada, me habría desanimado. Pero ocurrió lo contrario, y eso me motivó aún más.

 

Fotógrafo profesional

Fotografía tomada con la Olympus E-410 en uno de mis viajes.

 

Mi aprendizaje fue principalmente autodidacta, a base de prueba y error. Aunque durante la universidad realicé algún taller especializado, no tanto para aprender la técnica básica, que más o menos controlaba, sino para profundizar en aspectos como visión fotográfica y desarrollo de proyectos. En esa época, también me apoyé mucho en comunidades como Flickr, donde compartía mis fotos, y en foros de fotografía donde recibía críticas y sugerencias. Me gustaba investigar sobre fotógrafos históricos y sentí especial admiración por aquellos que captaban “el momento”, como Henri Cartier-Bresson, que sigue siendo una gran inspiración para mí.

En 2016, me planteé por primera vez dedicarme a la fotografía de manera más profesional, o al menos intentar rentabilizarla. Junto con un amigo que compartía la misma idea, montamos un pequeño estudio en un local familiar. Pintamos las paredes de blanco, pusimos una cortina de PVC del Ikea, y compré mi primer flash externo, el Fotoquantum FQM 500, que todavía utilizo en mi estudio.

 

Fotógrafo profesional

Mi primer estudio.

 

Mi primer trabajo remunerado surgió gracias a una promoción que publiqué en un periódico local. En cuestión de un par de meses, realicé decenas de sesiones, tanto en ese improvisado estudio como en exteriores. Fue entonces cuando di el salto al full-frame y compré mi segunda cámara réflex, la Nikon D610. Aunque esas primeras sesiones me ayudaron a construir una pequeña clientela, no era suficiente para vivir exclusivamente de la fotografía, ni tampoco lo veía del todo posible en aquel momento.

Con el tiempo, empecé a tener más sesiones y a diversificar mis servicios. Comencé a hacer fotografía corporativa, sobre todo para tiendas a las que también les diseñaba la página web, y producto. Compaginaba mi faceta como fotógrafo con la de diseñador web. Mi forma de trabajar fue evolucionando gracias a todo lo que aprendí, tanto de mis errores como de mis logros. Y aunque hoy en día utilizo mis cámaras profesionales únicamente para las sesiones y eventos, y rara vez fuera del trabajo, me sigue apasionando la fotografía como al principio. Incluso más. Lo que ha cambiado es que ahora prefiero disfrutar de mis viajes y la compañía sin estar todo el tiempo pendiente de la cámara. Para esos momentos, llevo conmigo una cámara analógica, que me permite capturar imágenes distintas, más pensadas, de cada lugar.

 

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Fotografía tomada con cámara analógica en uno de mis viajes.

 

Aunque la esencia de mis sesiones sigue siendo parecida a las primeras que hice, con el paso del tiempo he añadido toda la experiencia acumulada, siempre buscando mejorar y aprender más. A pesar de que mis clientes están contentos con mis fotos y yo también, no dejo de preguntarme cómo hacerlas aún mejores.

29 de mayo de 2025

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