Cuando alguien se plantea contratar una sesión de fotos para su mascota, una pregunta habitual es: ¿Qué accesorios son imprescindibles para que todo salga bien?
En realidad, para lograr unas fotos memorables, no se necesita mucho más que la disposición de la mascota, su dueño, y claro, un fotógrafo que sepa cómo capturar el momento.
Por mi parte, siempre llevo mi equipo fotográfico básico: cámara, flash y, muy importante, una pelotita con sonido. Esta herramienta es casi mágica para lograr que el perro me mire, especialmente al inicio de la sesión. También me gusta llevar otros objetos o hacer ruidos (como ladridos o maullidos) que llamen la atención del animal.
A los dueños les suelo aconsejar que, si conocen algún juguete favorito que asegure la atención del perrito, lo traigan a la sesión. Esto puede hacer maravillas, siempre y cuando el perro no se obsesione demasiado con él. También se pueden llevar premios o snacks, perfectos para mantenerlo motivado, por ejemplo, para que permanezca quieto en retratos.
Sobre los complementos, como ropa, paliacates o incluso alguna correa bonita, eso ya depende del gusto de cada dueño. De hecho, la correa puede ser útil en momentos específicos, por ejemplo, para dejar al perrito atado mientras se hacen fotos solo de los dueños.
Como anécdota divertida, en una ocasión, los dueños me explicaron que su perro solo respondía si le gritaban «¡Arrachera!» Y sí, al escuchar esa palabra, el perrito posó perfectamente para la cámara. ¡Creo que todos entendemos a ese perrito!
En resumen, no es necesario traer una gran cantidad de accesorios. Lo fundamental es que la mascota esté cómoda y dispuesta a interactuar, y el resto lo logramos juntos.
